Viernes, 22 de Noviembre de 2024
Cultura Región

CINTEÑOS EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

Rudecindo Ávila Escalante, el héroe de Santa Elena

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Rudecindo Ávila Escalante, el héroe de Santa Elena
Ing. Hugo Canedo Gutiérrez

Otro cinteño que ofrendo su vida por la causa justa de la independencia fue don Rudecindo Ávila Escalante, que junto a cientos de combatientes dejó sus restos en el territorio de su querida patria. Es justo y necesario, rendirles homenaje póstumo por quienes hoy gozamos de una nación libre y soberana.

El valle de Santa Elena fue cuna de nacimiento de don Rudecindo, sus padres fueron don Antolín Ávila y doña Martina Escalante, tuvo por hermanos a Rómulo y María; la familia dedicada a la agricultura y ganadería.

En su mayoría de edad contrajo nupcias con doña Micaela Martínez, aproximadamente la boda pudo haberse celebrado por el año de 1808, puesto que sus hijos Manuel y Casimira nacieron en 1809 y 1812 respectivamente. La actividad rural les trajo satisfacciones económicas para el sustento de su hogar.

La pareja Ávila-Martínez, muy dedicada a las labores agrícolas, tenía su ascendencia dentro su comunidad, pues don Rudecindo, se caracterizaba por sus cualidades organizativas constituyéndose en líder natural del valle.

Con la llegada de los movimientos de emancipación, Santa Elena se convirtió en el bastión de los movimientos guerrilleros; pues, su ubicación geográfica la convertía en un excelente reducto.

Fueron cientos de originarios que se incorporaron a la lucha comandados por Rudecindo Ávila. Hubo varios combates que se sucedieron en sus inmediaciones. En la serranía a espaldas del pueblo, de considerable altitud, se encontraba una planicie, donde se construyó una fortificación que se extendía por todo el perímetro, convirtiéndola en un resguardo muy seguro.

Es así, que en un parte de guerra del realista coronel Casimiro Hoyos, relataba lo difícil que fue remontar la altura.

“Fueron descubiertos en un peñón redondo a manera de mesada circundada de trincheras que cubrían todo su campo en lo que tenía toda su fuerza con ventajas superiores, saludando luego con tiros de fusil”.

“En los cortos intervalos de la claridad, descubrimos que de la altura del expresado cerro de Quisquira, que el enemigo se había replegado a la espalda de este, en que hacía una mesada, o espacio más abierto al principio de otro elevado cerro que continuaba por aquel camino a Cañaguaico. Allí distinguimos que la fuerza que tenían en aquel punto se componía de 60 fusileros, cosa de 300 de caballería, armados de lanzas y un grueso grupo de indios de piedra y hondas que ocupaban todas las alturas. Dios guie a V.S. muchos años. Campamento de las alturas de Santa Elena y diciembre 18 de 1814. Casimiro Ma. Gonzales Hoyos. (ABNB. PZ. Parte del Tte. Crl. Casimiro Ma. Gonzales Hoyos. 1.14_1-3. Pezuela. PDF. Pág. 214/425)”

Don Rudecindo, por su capacidad de liderazgo muy pronto se incorpora al entorno de confianza de don Vicente Camargo, llegando a ser su segundo hombre en el mando de la tropa. Fueron varios los encuentros en que juntos enfrentaron al enemigo, él demostró siempre en todo momento su valor e intrepidez.

El 25 de marzo de 1816, en proximidades a Santa Elena, don Vicente Camargo junto a sus hombres de confianza Rudecindo Ávila, Miguel Santos Hoyos, Manuel Diaz y la tropa de combatientes originarios y mestizos dieron feroz combate al enemigo; mientras estos, con fuerza combinada de caballería e infantería, logran aproximarse peligrosamente a las trincheras de los patriotas, quienes valientemente se enfrentan cuerpo a cuerpo. En parte de guerra del coronel realista Centeno, expresó:

“Duró la acción como una hora y aseguro a V.E. sin la menor exageración que jamás he visto (ilegible) y energía semejante a la de estos enemigos que asaltaban los fusiles como si no ofendiesen. Los soldados ya mezclados en una continua lucha forcejeando de las armas que les querían quitar de las manos y como el diluvio de piedras y el arrojo y precipitación de aquellos no daba lugar a la continuación del fuego, fue preciso combatir a bayoneta calada, y hasta haberlos derrotado completamente”.

“[…] que avanzada la distancia de una legua con el objeto de aprender a Camargo, que salió con doce montados por el camino de la Loma, quedando muerto el caudillo Miguel Santos Hoyos que lo acompañaba, y dispersos de diferentes rumbos; habiendo quedado en el campo de batalla 40 a 50 muertos y entre ellos el caudillo de Santa Elena Rudecindo Ávila, cuya cabeza la he mandado a fijar en el tránsito de Culpina, a más de estos han sido pasados por las armas siete prisioneros que aprehendieron los soldados de retaguardia de que me dieron parte y a Manuel Diaz, que me lo presentaron los de la caballería, lo acabo de pasar a las cinco de la tarde por palos y pedradas. (ABNB-PZ-1.14_1-3.D1.14.3 PDF.131/153. Parte de guerra del comandante Centeno en que avisa de los primeros encuentros que tuvo con el caudillo Camargo. 26 de marzo de 1816)”

Fue así que don Rudecindo Ávila había entregado su vida junto a sus compañeros por sus ideales de libertad; él había participado en varios combates y siempre lo hizo demostrando valentía y ejemplo para sus queridos combatientes. Y, fue una vez más que el pueblo de Santa Elena, era testigo de la entrega de sus mejores hombres a la causa de la patria. Don Rudecindo, dejo en la orfandad a sus pequeños hijos Mariano de siete años y Casimira de tres.

Con el transcurrir del tiempo, los hijos ya adultos, por convenir a sus intereses, proceden a la venta de terrenos agrícolas que heredaron de su padre y éste de su madre; es ante notario que legalizan la transferencia.

“En el Cantón de Santa Elena a 19 de julio de 1847, se presentan don Mariano Ávila al parecer de 38 años, casado labrador y Casimira Ávila de 35 años, casada de ejercicio costurera, ambos vecinos del Cantón de Acchilla. […] En la parte que le toca por heredad de mi finado padre Rudecindo Ávila, realenga y sin pensión, que las heredo por su madre doña Martina Escalante”.

Así, rendimos homenaje póstumo al bravo guerrillero de la independencia don Rudecindo Ávila Escalante, y, en especial al pueblo de Santa Elena. Honor y gloria a este combatiente de la guerra de la independencia.

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